En busca del ADN emprendedor
Una de mis formas favoritas de definir a un emprendedor es describirlo como una persona que va por la vida y que -de repente- detecta una situación que no le agrada o un problema no resuelto y desarrolla una idea para solucionar esas contingencias.
A esto le podría agregar que un emprendedor es aquel que considera y utiliza el fracaso y los errores como una forma de aprender. Es alguien realista, que sabe de la existencia de dificultades y tropiezos, y cuando éstos se presentan (e implican algún tipo de derrota) no se sienten desanimados, frustrados ni deprimidos.
Así, el fracaso es para el emprendedor una lección práctica que le permite crecer y fortalecerse. Es más, podría decirse que el valor y la ausencia de temor al fracaso son sus características distintivas y más sobresalientes. Sería como si viviera cada día la sensación juguetona de balancearse en un trapecio sin una red de protección, pero desde un lugar consciente y enfocado.
¿Hay forma de saber cómo es la “anatomía” del emprendedor? ¿Las definiciones escritas más arriba se aplican a la realidad de los emprendedores?
Hay muchas investigaciones serias que se preguntan por estas cuestiones (citaré alguna más adelante en este post), pero –para mí- lo más fascinante es ver este panorama con mis propios ojos trabajando cada día como coach y advisor de los startups que incubamos en NXTPLabs.
Según mi experiencia, todas las empresas que incubamos, cuentan entre sus co-founders con “personajes” que cumplen un 100% con las características antes descriptas: son personas aventureras, pero realistas, imaginativas y con coraje, personas que aprenden de sus errores y que llevan bien arriba las banderas de sus ideas y convicciones.
Pero, ¿de dónde provienen estas características? ¿Los emprendedores tienen características académicas, familiares y laborales en común?
Según un estudio de la Fundación Kauffman que pone el acento en los orígenes y las motivaciones de los emprendedores estadounidenses, la mayoría de los encuestados proviene de un entorno de clase media. Muy pocos vienen de hogares extremadamente pobres o extremadamente ricos.
Otro punto interesante es su alto grado de educación. Sólo el 5% de los emprendedores tiene un título menor a un “Bachelors Degree” (algo equivalente a una Licenciatura en Argentina), y en general lograron tener mejor educación que sus padres.
Otro dato para resaltar es que generalmente no provienen de familias de emprendedores. De hecho, más de la mitad de los encuestados fueron los primeros en su familia en crear su propio negocio. Es más, en promedio trabajaron para alguna compañía por más de 6 años antes de decidirse a lanzar su proyecto, motivados -en general- por capitalizar una idea y lograr independencia siendo “sus propios jefes”.
¿Clase media?, ¿universitarios?, ¿con Masters?, ¿provenientes de las empresas? Sí, esas son algunas de las características generales, que obviamente no se dan en todos los casos.
Mi experiencia me dice que lo que siempre se cumple es que todos los emprendedores tienen un objetivo claro. Todos saben que no va ser fácil, pero tienen la capacidad de compartir y de escuchar. “Saben lo que no saben”, y tienen muy en claro que deben aprender lo que les falta ya mismo, sin demoras, y que de eso depende su futuro éxito.
En síntesis, buscan apoyo, aceptan críticas, y –por supuesto- les sobra pasión, ese componente que –a mi entender- es imposible que falte en el verdadero ADN emprendedor.
Ah y si de aprender de los errors se trata les dejo un video que no tiene desperdicios: http://www.youtube.com/watch?v=uaNk0ktGp8k