Una historia de amor, pasión y buen marketing.
Seguramente habrás leído muchas historias de empresas que nacieron en un garage. El mito cuenta que -desde Apple hasta Google- varias de las empresas tecnológicas que dominan el mercado nacieron en un ámbito precario.
La verdad, siempre me pareció la moda de decir “empecé en un garaje” era más una metáfora que una realidad, hasta que hace pocos días atrás estuve en un verdadero garage, hoy convertido en uno de los restaurantes de comida de autor mas “fashion” de Punta del Este, Uruguay.
“Sí querida” es el nombre de este espacio de no más de 5 metros de ancho por 12 ó 15 de largo, en donde entran 34 comensales en mesas de madera, sillas de diferentes procedencia, banquitos con almohadones, ¡y hasta lámparas de piso colgadas del techo para que no ocupen el lugar de un comensal más!
Maxi y Natalia, son los dueños de este mágico lugar. Ella, 29 años, embarazada de 8 meses; él 30 años, cocinero de alma, discípulo de grandes cocineros y “laburante” de cocina de afamados restaurantes de Punta del Este.
Hace poco menos de tres años, Maxi, decidió tomarse un año sabático para ver que hacía de su vida profesional. Fue entonces cuando decidió acondicionar el garage de sus abuelos situado en un barrio humilde de Maldonado, en un lugar que si no fuera por la recomendación de gente de confianza y el mapita para llegar, no se te ocurre pasar ni de casualidad.
Chapa en paredes y techos, puerta de madera que cruje cuando la abrís y que te permite entrar al maravilloso mundo encantado de aquel que sabe interpretar los deseos del mercado. De aquel que -sin haber leído ni un ápice de marketing- hizo, hace y sigue un plan que hace que la experiencia del consumidor sea suprema.
La luz, poca.
La decoración, desestructurada.
La belleza interna y externa de Natalia, quien ama y disfruta recibiendo a la gente que se agolpa en la puerta del garage.
El orden y la limpieza de la diminuta cocina de donde salen nada más que una docena de exquisiteces hechas por Maxi y un ayudante.
Y, por último pero no menos importante, las meseras (la hermana de Maxi y una amiga entrañable de ambos), quienes comparten al 100% la “visión”, “misión” y “valores”, de este emprendimiento familiar -aun cuando éstos no estén escritos, ni declarados explícitamente.
Obviamente, no pude con mi genio y entrevisté a Natalia luego de haber degustado un exquisito pan casero hecho en el horno de barro, con unas pastitas únicas, y habiéndome deleitado con las quesadillas acompañadas de un rico bouquet de verdes con aderezo de oliva y limón.
Ahí vinieron las preguntas de rigor a Nati y lo que surge de ese diálogo -y lo que una vez más se confirma- es que se puede estar en el mismo negocio que MUCHÍSMAS otras empresas/personas, pero cuando se pone foco, se es consistente con lo que se dice y se hace, y la pasión es el combustible diario, se puede construir un “éxito” del tamaño que queramos.